

En su domicilio de Premià de Mar, a principios de 1994, Andrés Rabadán mató a su padre disparándole tres flechas con una ballesta. Su madre se suicidó 12 años antes, ahorcándose en su habitación, por lo que Andrés había vivido casi toda su vida con la única compañía de su padre y un hermano y una hermana mayores, que hacía unos años se habían emancipado. Tras una breve discusión, Andrés se dirigió a su habitación, cogió el arma y cometió el parricidio. Poco después se entregó a la policía.
Semanas antes del crimen, Andrés hizo descarrilar tres trenes de cercanías. No murió nadie ni hubo heridos, pero puso en peligro la vida de cientos de personas. Se le diagnosticó una esquizofrenia delirante paranoide que le empujaba a cometer sus actos.
Andrés Rabadán ha cambiado mucho. Lleva 16 años preso, y no toma medicación desde el 2002. En todo este tiempo ha tenido tiempo de leer, estudiar, dibujar y hasta de casarse. Sin embargo, se le sigue negando la libertad.
Su caso es único y ha sido objeto de una película de ficción (Las dos vidas de Andrés Rabadán) y de un documental (El perdón). También ha escrito y dibujado un cómic sobre su propia vida ya publicado. Con todo ello, se busca concienciar a la sociedad de los abusos y la exclusión social que sufren los enfermos mentales con historial delictivo. Como dice el propio Rabadán, “si hubiese matado en mis cabales, hoy estaría en la calle; pero los locos estamos estigmatizados y nuestras condenas no las perdona nadie”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario